Se terminó la pesadilla
Perdía 1-0 pero lo dio vuelta de local y se consagró campeón. Real Madrid sumó así su título número 30 en la historia de la Liga de España
MADRID -- Mahamadou Diarra, un tipo fuerte y solidario, ayudó a encarrilar el trigésimo título de Liga del Real Madrid tras un nuevo final de infarto, que celebró su afición como no se recuerda en la ciudad.
El técnico Fabio Capello es experto en dotar a sus equipos de un derroche físico incuestionable. Su decisivo partido ante el Mallorca fue una copia más de lo que se ha visto esta temporada. El guión fue siempre igual. Comenzar mal, encajar un gol y remontada épica. El Madrid se aferró con uñas y dientes a ese método, que funciona y además logra que la comunión con su público sea total.
El juego aéreo fue importante todo el año. Unos días Ramos, otros el holandés Van Nistelrooy. Hoy le tocó a Diarra rematar la faena. Llegó de Malí sin apenas dormir y sin jugar con su selección. Capello lo quería a toda costa. Y no se equivocó. Ha sido un fichaje rentable. Los números lo avalan. Diarra ya está en la historia del Real Madrid. Diarra era el pulmón del Lyon. Por ahí andaba débil y el Madrid logró rehabilitarse. Ahora le falta unir más fútbol a ese argumento que en otros clubes de élite sí tienen.
Y eso que el panorama no podía ser más desolador para el Madrid al llegar el descanso. El venezolano Juan Arango había avisado ya en el primer minuto con un disparo al palo, al cuarto de hora Varela firmó un soberbio gol tras una buena acción colectiva de todo el Mallorca, y además Ruud van Nistelrooy se retiró lesionado a la media hora.
Todo era oscuro para el Madrid. El peor escenario, jamás imaginado por la afición del Madrid planeaba sobre el Bernabéu, sabiendo que el Barcelona ganaba en Tarragona. La Liga, en ese momento, estaba perdida.
Y es que el técnico Goyo Manzano, una vez más, planteó un partido modélico. Suele ser normal ya en Manzano cada vez que se enfrenta al Madrid. Varela y Jonás dieron mucha guerra en las bandas a un Real Madrid que nunca tuvo fútbol en la zona de elaboración. Jugó al pase largo, con poca imaginación. Diarra, tras el palizón de viaje que le trajo desde Malí, parecía dormido. Erró en demasía en la entrega. Pero Capello lo mantuvo. Y acertó. Diarra resultó decisivo. Lo que sí estaba claro y urgente era la entrada de Guti. Lo reclamaba el público.
El balón volaba sobre área de Moyá, con Raúl, solo, rodeado por gigantes como Ballesteros, Nunes y luego Ramis. El Mallorca mandaba a la contra y el Madrid, con la ayuda de Salgado y Roberto Carlos, no logró nunca dar sensanción de agobio a Moyá.
En la reanudación, Fabio Capello cambió de discurso. El normal cuando la historia no funciona. Se quedó Emerson en la caseta y buscó fútbol de verdad con Guti.
El Mallorca siguió dando la cara. Fernando Varela se empeñó en amargar la fiesta. A los 53 minutos pisó de nuevo el área y su disparo se le fue rozando el poste. Valera heló la grada del Bernabéu de nuevo. Y le contestó de inmediato Beckham con un toque sutil de falta al larguero.
Los nervios atenazaron al Real Madrid que vio como el Mallorca jugaba con inteligencia, atrasando su posición Arango. El venezolano descargó el juego de su equipo y ayudó a que Varela y Víctor entraran como flechas en el área de Iker.
El Madrid apeló a la heroica, con permiso de Miguel Angel Moyá, enorme toda la noche. Capello exprimió su última alternativa. Beckham, lesionado, se fue al banco. Reyes entró en su lugar. Y su concurso fue importante. Fue entrar y marcar. Reyes y el argentino Gonzalo Higuaín le dieron aire al equipo.
El argentino es un futbolista interesante. Sus desmarques de ruptura, su forma de apretar dieron empuje y casta a un equipo que afrontó los últimos veinte minutos a toque de corneta.
Con más pasión que fútbol, el Real Madrid puso al Mallorca contra las cuerdas. Con fe, con ilusión, peleó el equipo de Fabio Capello hasta la extenuación.
Moyá sacó un balón con veneno a Robinho, luchó por sacar el balón de cabeza de Diarra, pero la pelota entró con suspense. Era el 2-1 y el Bernabéu explotó de alegría. Luego Reyes firmó el definitivo 3-1 que dio al Real Madrid un título de Liga solidario y repleto de un compromiso labrado en el seno de un vestuario que se vertebró en el momento de crisis extrema.
Mucho tiempo sin celebrar nada llevaba la ciudad de Madrid. La gente se echó a la calle y celebró en Cibeles un título de Liga que tiene un sabor especial. Fue un día de despedidas para muchos. Para Roberto Carlos, Beckham, más famosos. Para otros menos divos. Diego López y Pavón, que emprenden nuevas aventuras.
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